Amy Goodman y Denis Moynihan El río Guadalupe, en el estado de Texas, debe su nombre, según una etimología popular, a la expresión árabe "wādī al-lubb", que significa "río oculto". Sin embargo, en las primeras horas del viernes 4 de julio, el río Guadalupe estuvo lejos de permanecer oculto. En plena noche, fuertes lluvias desataron una crecida repentina que transformó ese cauce, normalmente sereno, en un torrente embravecido que se elevó unos diez metros por encima de su nivel habitual. Las aguas se precipitaron río abajo desde la región de Texas Hill Country y dejaron una estela de muerte y destrucción a su paso. Al cierre de esta edición, la cifra de muertes confirmadas ha ascendido a 120 y más de 150 personas continúan desaparecidas.
Una de las primeras áreas pobladas en resultar devastada fue el establecimiento Camp Mystic, una histórica institución fundada en 1926 que durante décadas ha albergado a niñas de familias pertenecientes a la élite de Texas. Según se informa, más de 750 campistas, supervisoras y empleados de la institución se encontraban en el campamento cuando las aguas invadieron el lugar pasadas las tres de la madrugada. Las cabañas destinadas a las campistas más jóvenes, las niñas de ocho años, eran las que estaban más cerca del río. Las campistas de mayor edad dormían en sectores situados en zonas algo más altas. Ante una avalancha de agua de diez metros, la altitud del terreno es algo de vital importancia. Muchas de las niñas que perdieron la vida eran las más pequeñas, que fueron arrancadas de sus literas y arrastradas por la corriente río abajo en la oscuridad.
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